¿Crees que tienes ansiedad por comer?
La gran mayoría de los pacientes siempre abordan la consulta con este inicial comentario: “mi problema es que tengo ansiedad por comer”. A pesar que existen los trastornos de alimentación como anorexia, bulimia, comedores compulsivos inclusive trastornos obsesivos compulsivos enfocados en los alimentos, la realidad es que la gran mayoría de la gente NO padece de estos. Sin embargo, es más fácil creer que tenemos algo mal dentro de nosotros, incontrolable y por eso comemos de más.
Hay diversas estrategias para poder vencer estas conductas que no son solamente falta de disciplina.
Una de ellas por supuesto es la de no tener tentaciones cercanas. Es un error gigante buscar tener un mejor orden pero tener las galletas a la vista. Por algo los eslóganes de comida chatarra funcionan tan bien: “¿a que no puedes comer sólo una?”. Uno cae fácilmente y no sólo es por su hiperpalatable sabor, sino que tenemos grabado en nuestra cultura que comer eso involucra una relación cercana con la sociedad y familia. Además, existen estudios neurológicos que demuestran que el azúcar y harinas refinadas crean un efecto de dependencia con el paso del tiempo.
Pero, tenemos otra solución que es extraordinaria y libre de medicamentos para poder combatir ese monstruo del hambre: enseñarle a nuestro cerebro a no lanzar tantas señales de apetito. Ciertos estilos de alimentación como la dieta cetogénica crea un efecto llamado anorexigénico (este efecto es natural por el mismo proceso metabólico)que como su nombre puede inferirse, disminuye el apetito a lo largo del proceso (NO te convierte en una persona con anorexia). Esto significa que paulatinamente tendremos a nivel de la hipófisis (en el cerebro) una reeducación para controlar el apetito mediado por la sensibilización de un neurotransmisor llamado leptina. Por ende, podremos controlar mejor nuestro apetito y poder comer menos, o más bien, comer lo que realmente necesitamos.
Otro efecto casi mágico pero lógico de este tipo de alimentación es que las proteínas y la grasas (elementos principales en la dieta Keto) se quedan más tiempo en el sistema digestivo. Esto da como resultado una sensación de saciedad mayor y por más tiempo. Otro aliado para no “comer hasta llenarse”.
Así que ahí lo tienen, algunas estrategias (existen otras como psicoterapia, hipnosis y más) para que no les cueste tanto trabajo tener una salud metabólica optima y de paso, bajar los kilitos extra de la cuarentena.