Inquietudes

El hada Janet

“Ahí donde tiene su imperio el Mar Caribe, nació la princesa más bella de Quintana Roo. Su padre fue el rey infortunio y cuenta la historia que un día destruye su reino, el hada Janet.

La patria dolida lloraba tan trágico sino, más surge increíble el coraje de un pueblo con fe. Trabajo y amor al terruño obraron milagros y así renació esplendorosa: ciudad Chetumal”. 

 Autor de la canción “Leyenda de Chetumal”: Carlos Gómez Barrera.

Por Rosi Ruiz Joaquín 

Así se canta en recuerdo a la trágica noche del 27 de septiembre de 1955 en ciudad Chetumal. Ya han pasado sesenta y cinco años. En ese entonces Quintana Roo era Territorio Federal y su gobernador el político jalisciense Margarito Ramírez Miranda que estuvo en la administración por 14 años, de 1944 a 1959. 

Esa noche jamás será olvidada. Así cuenta la historia: Se avecina un temporal. Hay poca información que no ayuda mucho para prepararse con antelación a una amenaza climática. Los habitantes viven en casas de madera de estilo inglés caribeño.  Los centros de refugio están listos, se ubican en el colegio Belisario Domínguez, en el hotel Los Cocos y en el hospital Morelos. Pero la población aún está incrédula, porque se comenta que antes ya han pasado otros ciclones  y nunca ha sucedido nada fuera de lo normal. La trayectoria de éste ciclón tiene rumbo hacia Belice y por eso la gente está confiada. Comienza a caer la noche. De pronto el mar se aleja de la orilla y un viento atípico se comienza a acercar. El ambiente se siente misterioso y extraño. Se escucha en una estación de radio de Belice la voz de un hombre alertando que el ciclón se ha desviado. Ha tomado un nuevo rumbo hacia costas mexicanas. Su trayectoria apunta hacia Xcalak, Chetumal y Mahahual. La población chetumaleña sale corriendo a los sitios de refugio al enterarse de la preocupante noticia. Con furia y sin tregua el ciclón Janet  llega a las ocho de la noche.  En penumbra arrasa con todo a su paso. El viento es lastimosamente escandaloso. Los ruidos en el exterior son extraños. Las maderas y ramas chocan entre las paredes de las casas. Las horas transcurren entre rezos y angustia.  De pronto reina la calma y un silencio que eriza la piel y el alma. La gente confiada abandona los refugios en plena oscuridad. Desean volver a sus hogares ya destrozados. Aún no amanece, pero en plena oscuridad por los rayos se puede vislumbrar el desastre. Apenas han pasado unos cuantos minutos cuando se escucha a lo lejos un fuerte estruendo que cimbra lo que queda de la ciudad. El viento viene del sur y trae muchísima agua. Sorprendidas y atemorizadas las familias con hijos en brazos corren entre palos, árboles y cimientos. Esa burlona tranquilidad es el ojo del huracán. Los vientos son tan fuertes que impide a la gente volver a los refugios. Tocan, gritan y arañan en las puertas de las pocas casas que quedan de pie. En su interior ya no pueden recibir más gente. Son demasiados. Hay peligro si abrieran las puertas, el agua entraría, los arrastraría y ahogaría. Con dolor profundo niegan la entrada y atrancan sus puertas. El mar con la lluvia se adueñan de las calles. Son quinientos metros adentro y con más de cuatro metros de altura. Inundan y destruyen sin tregua. Mientras el tiempo pasa se escuchan golpes en las puertas con gritos de desesperanza que van mermando y el viento acrecentando. Janet sigue su ruta sobre la península de Yucatán dejando atrás llanto, dolor, desolación, luto y una ciudad devastada. 

Hoy Chetumal vive erguida y orgullosa con historia propia. Sus habitantes son tan amables y generosos como la brisa de su mar en un paseo del bulevar. Han vivido de trabajo y esfuerzo y se han levantado de muchas caídas. Sede y anfitrión político. Guardia celosa de su frontera. “El renacimiento” es un monumento erguido el 5 de mayo de 1998 en recuerdo de aquella fatídica noche. Pero también en recuerdo de sus héroes como fue el sargento de la policía José Arnoldo Rendís Solís que mientras salvaba vidas, perecían ahogados cinco de sus siete hijos; o como un elemento del ejército mexicano que muere trágicamente por una lámina que vuela por el viento mientras rescataba en sus brazos a una criatura. También la asombrosa historia de la casa de madera voladora que es arrancada de su base original y vuela trescientos metros con 28 personas dentro, salvándose milagrosamente. De toda la ciudad sólo quedaron cinco edificios, todo lo demás quedó en ruinas.

Los motores de los aviones AT6 rugen sobre las pistas de Cozumel. Los pilotos de la base de la Fuerza Aérea Mexicana  han recibido un aviso del alto mando, tienen una misión: Volar a Chetumal.  

*El huracán Janet se considera el más poderoso de la temporada de ese año en el Atlántico como categoría cinco. En total cobra mil muertes desde su paso por las Antillas Menores y en Granadinas y Barbados. Un avión cazador de huracanes, P2V Neptuno-3w, dirigido por la marina de E.U.A. con el capitán de corbeta Grover B. Windham, salió de Guantánamo para hacer el reconocimiento. Voló en la tormenta y se perdió con nueve tripulantes y dos periodistas. Se especula que el plano del altímetro dio una lectura incorrecta debido a la baja presión barométrica, todos murieron. (Datos tomados de Wilkipedia, Pulso Sur TV, YouTube).

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