Inquietudes

Nuevo año, nuevas esperanzas

Por Rosy Ruiz Joaquín

Ya llegamos al momento de cumplir los propósitos del año nuevo con nuevas esperanzas. Ya culminaron las cenas de Navidad y Año Nuevo, así como las reuniones entre amigos y familiares para el “brindis”. Ya partimos la rosca y sólo nos queda esperar la invitación a los tamalitos de aquel o aquella que le haya salido el Niño Dios. Cada mañana, cuando nos vestimos y no nos cierra la falda o el pantalón nos recuerda esos kilitos que tenemos de más como recuerdo de la Navidad. Pero de seguro no nos preocupa tanto porque parte de nuestros propósitos es hacer ejercicio y “cerrar el piquito”.

Pero esta vez no quiero escribir sobre la gordura, ni de comida y tampoco de ejercicios. Quiero hablar sobre la hermosa tradición del 6 de enero. Partir la rosca en familia y con amigos. Esa hermosa reunión donde da fin al festejo navideño con la llegada de los tres Santos Reyes Magos.

Se cuenta que esta tradición de partir la rosca es llevada a cabo en México desde hace varios siglos. Pero en realidad sus inicios fueron en Francia y España. Ya después de la conquista llegó esta costumbre a nuestro país. Para ser más exactos, se dice que la primera versión fue en la Francia de la Edad Media (S. XIV) que cristianizó la costumbre pagana de “elegir un rey de las fiestas”. En la Navidad se escondía un haba en una rosca de pan dulce adornada con frutas y azúcar. Quien encontraba el haba, gozaría de varios privilegios los siguientes días.

Siguiendo la tradición cristiana, el muñequito dentro de la rosca simboliza al Niño Jesús que fue escondido por María y José para salvarlo de la muerte cuando Herodes ordenó sacrificar a todos los niños recién nacidos y así dar por hecho que también eliminaría al Salvador. (28 de diciembre, día de los Santos Inocentes).

En la rosca, Jesús es la esencia y sólo debe haber un sólo “Niñito Jesús”. Aunque ahora son muchos Niñito Jesús que traen las roscas y esa no es la tradición original, porque a quien le sale el “Niño” en la rosca es el elegido para ser padrino/madrina de Jesús y debe asumir el gasto del festejo el 2 de marzo (Día de la Candelaria) con tamales, chocolate, atole, buñuelos y dulces. Ojalá continuemos con las costumbres legendarias que son tan bellas y no decir “Me salió el muñequito”  sino decir “Me escogió el Niño Dios”.  Y no se olviden de los tamalitos… Luego nos pondremos a dieta.

Les deseo, queridos lectores, que este nuevo año sea diferente a los dos anteriores. Que ya no suframos de las inclemencias de los virus que nos han tenido amenazados. Que volvamos a ser libres y felices. Que si nos contagiamos sea leve, sin secuelas y no pase a mayores. Que en sus casas no les falte trabajo, comida y sustento. Que los niños vuelvan a reír y jugar en los parques. Y que la paz siempre reine en cada uno de u

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