Inquietudes

Homenaje a tres caballeros

Creo que jamás habíamos orado tanto como en estos meses ante el acecho del virus que ha irrumpido sin permiso en nuestros hogares haciendo estragos inimaginables en muchas familias   

  AMIGO PACO +

Ya pasaron treinta y cuatro años desde que inició una bella amistad con Amigo Paco y su querida esposa María Stella. Como vecinos vimos crecer juntos a nuestros hijos y por muchos años hemos tenido un sinfín de divertidas y auténticas vivencias y reuniones.  Su casa siempre estuvo abierta para recibirnos así como a un grupo grande de amigos y familiares. Cualquier monótona tarde, ellos la convertían en fiesta y alegría, siempre con buena música, rica botana y buen vino. De nuestras locas ocurrencias salían brillantes ideas como crear la famosa “Noche de Estrellas” donde Paco caracterizó más de una vez al famoso Luciano Pavarotti llevándose ovaciones, aplausos y el reconocimiento del público. Planeábamos paseos muy divertidos. Reímos mucho, nuestras pláticas eran de horas. Les gustaba acampar en las playas seguras y desiertas de aquel entonces con otras tantas familias y muchos niños, así como hacer lunadas y ver lluvia de estrellas a la que fui alguna vez. Nuestra amistad creció aún más cuando María Stella y yo además de un grupo de amigas entusiastas formamos nuestro voluntariado. Mucho del trabajo administrativo y la logística lo hacíamos en su casa, con la anuencia de Amigo Paco. Nuestros hijos crecieron amándose como primos y nos hicieron compadres. Con los años hemos forjado nuestra amistad. Entrar a su hogar es sentirse cálidamente bienvenido y querido. Cualquier alegría, problema o nostalgia se ventilaba en su casa, era la mejor terapia que ir con un sicoanalista. De pronto hubo un cambio de rumbo inesperado.  -Paco entró a un hospital- dicen los mensajes en el celular. En sólo ocho días su voz se apagó y los ángeles tomaron su alma. Ya no  volveremos a verlo. Ya no escucharé su saludo “hola comadrita”, ni se reunirá con sus amigos los “Tobis”. Se fue tranquilo, en paz y en silencio como eran sus pasos. Supo que  sembró en tierra fértil donde sus tres amores cosecharán buenos frutos, supo que jamás quedarán solas porque aquí quedamos los amigos de Amigo Paco. 

PROF. VELIO VIVAS VALDÉS +

Asistí como estudiante en Cozumel al CECyT  (Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos) en  tercero de secundaria. Era el año 1974. El ambiente entre maestros y alumnos era cálido y fraterno. Los bellos recuerdos de aquella época aún revolotean en mi memoria. Todas las clases eran amenas y con excelentes profesores. Una de las clases que más me gustaba era ciencias sociales, impartida por el profesor don Velio Vivas Valdés. Tenía un estilo tan particular de platicarnos la clase tan amenamente que no era necesario sacar algún libro para documentarme.  Me quedaba embelesada con sus anécdotas. Pasaron cuarenta años cuando volví a estrechar su mano y mi memoria voló por el tiempo a esa etapa de juventud. En el 2018 se levantó la capilla de la Santa Cruz de Cuzamil en honor a los 500 años que se ofició la primera misa católica en territorio mexicano. Se creó un patronato para la construcción y se invitó a integrarse al profesor Vivas, tenía un amplio conocimiento sobre el tema. Cuatro décadas atrás se le otorgaría el nombramiento de Cronista vitalicio de la isla. Siempre aprendíamos algo nuevo de él. Nació un 29 de mayo en Cozumel. Su vida la dedicó a la investigación de la historia de la isla, de nuestro Estado, de la Península y del resto del país. Escribió varios libros, entre ellos “Náufragos”  y “Travesía de la historia de Cozumel”.  Fue miembro permanente del Consejo Consultivo de la Asociación Nacional de Cronistas de las Ciudades Mexicanas AC. En noviembre del año pasado obtuvo de manos del gobernador Carlos Joaquín González el reconocimiento de la “Medalla Diosa Ixchel”, siendo el primer cozumeleño en recibirla en una sesión pública y solemne del Cabildo. El homenaje se celebró el mismo día que el pueblo de Cozumel cumpliría el ciento setenta  aniversario de su fundación y también era el cuarenta aniversario del profesor Vivas Valdés como cronista. Dicho galardón fue creado para reconocer la contribución de las personas al arte, cultura e historia de Cozumel, según las crónicas.

El domingo veintiuno de junio pasado,  “Día del padre”, hizo un homenaje personal en su cuenta de  Facebook a sus ancestros. Compartió fotos bien conservadas que estarían guardadas en el baúl de los recuerdos. Al día siguiente, al alba del veintidós de junio, el profesor comenzaba sus actividades matutinas cuando sorpresivamente un ángel lo llamó, fue su último suspiro. Se fue un gran maestro, nos  dejó sus conocimientos pero quizás se llevó muchos más. Aún tenía mucho que decir, aún teníamos mucho que escuchar.  Ahora nos toca a nosotros seguir su legado para que la historia de nuestro pueblo no quede en el cajón del olvido. A mi maestro con cariño.

DON MIGUEL MARRUFO O. +

Hombre bajito, de espalda erguida en su andar, vestido siempre elegantemente con  guayabera blanca y sombreando su rostro con un típico sombrero panameño.  Ha caminado todas las calles de Cozumel, ha saludado a todas las personas que cruzan en su camino inclinando su cabeza en forma de respeto con una sonrisa larga y sincera. No hay arrugas en su rostro ni nubes en sus ojos.  Su historia es digna de contar. Estudió de niño en una banca compartida con mi abuelito, eran de la misma edad. Su amistad se celebró de por vida. Tuvieron aventuras y compartieron sueños, como el que les inspiró Charles Lindbergh cuando acuatizó en la isla en un Sikorsky S-38 de Pan American Airways el de 3 de febrero 1929.  -“Algún día tendré mi propio avión”-, escuchó decir a mi abuelito. Don Miguel Marrufo también tuvo sus propios sueños. Por años subió las escaleras del reloj del parque central de Cozumel para darle mantenimiento a las manecillas y a la maquinaria. Sus pasos son incontables de las veces que subió escalón por escalón hasta llegar a la cima para que las campanadas siempre fueran puntales para el pueblo que dependía su jornada de éste reloj y que hoy sigue erguido, digno y orgulloso en medio del parque con su propia historia. Don Miguel y el reloj fueron amigos muchas décadas. Con los años, sus pies ya cansados  evitaron que subiera a la cima, pero no evitaron que caminara por las calles todavía hasta hace poco.  También trabajó por muchos años como administrador de la oficina de correos de la isla. La gente lo admira y respeta.  Su nieta ahora lo cuida como ella fue cuidada alguna vez por él. Este julio pasado sopló las velas de su pastel por sus ciento cuatro años de vida. Por causa de  la pandemia tuvo que ser en la intimidad de  su hogar, porque todavía en los últimos cumpleaños invitaba a todos los que saludaba a su festejo  donde habría  música, alegría y donde sacaba sus dotes de ser buen bailador. Don Totochito, como le decimos con respeto y  cariño. Hombre de carácter pasible, mesurado, tranquilo, alegre y platicador. Feliz cumpleaños y que Dios lo bendiga don Miguel.

**Oraciones para los enfermitos y para todo el sector salud que están salvando tantas vidas. **

**No olvides de usar cubrebocas cuando salgas de casa, gracias.**

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