Leopoldo Mendiola Franco

02 julio 1949 / 21 enero 2025
Mi padre fue un gran hombre: nunca fue vanidoso, se conocía bien a sí mismo, tal como era, hablaba con inteligencia, y vivió con sencillez, siempre tuvo más de lo que creía merecer.
Él era el futuro, no el pasado, siempre tenía tiempo, como no buscaba alabanza, nunca se le podía ofender. Estuvo siempre dispuesto a aprender, aun de los niños mantenía su forma de pensar y a pesar de la opinión pública trabajaba por el placer de trabajar, no por la recompensa material. Respetó sólo la verdad.
Su mente era la de un hombre, pero su corazón era de un niño. Vivía en cierto aislamiento, pero no era frío, amó, sufrió, pensaba, comprendía, tenía una gran paciencia: no gritaba ni se desesperaba, pensaba ante todo con claridad. Dinero y posición no le significaban nada, le importaba sólo el ser humano; apreciaba la naturaleza, el cielo, el océano, incluso el desierto que lo rodeaba.
Paola y Jorge Mendiola