Como águilas…

Es difícil no entrar en temas de reflexión en una época tan especial como lo es el Año Nuevo. Recuerdo haber leído hace unos 10 años un artículo muy interesante que hoy viene a mi mente al darme cuenta de lo actuales y adecuadas que son todavía esas reflexiones para los tiempos que vivimos.

El texto estaba enfocado en un mito de la antigua cultura mediterránea sobre el rejuvenecimiento de las águilas. Como el ave Fénix egipcia, de tiempo en tiempo el águila se renueva totalmente. Vuela cada vez más alto hasta llegar cerca del sol. Entonces las plumas se encienden y empieza a arder. Cuando llega a este punto vuela en picada y se lanza a las frías aguas del lago. El fuego se apaga, y a través de esta experiencia de fuego y agua la vieja ave  rejuvenece… vuelve a tener plumas nuevas, garras afiladas, ojos penetrantes y el vigor de la juventud.
Según la interpretación, fuego y agua son opuestos, pero cuando se unen se vuelven poderosos símbolos de transformación. El fuego simboliza el cielo, la conciencia y las dimensiones masculinas en el hombre y en la mujer. El agua simboliza la tierra, el inconsciente y las dimensiones femeninas en el hombre y en la mujer. Pasar por el fuego y por el agua es integrar en sí lo opuesto y crecer en identidad personal. Nadie que pase por fuego y agua permanece igual. O sucumbe o se transfigura, porque el agua lava y el fuego purifica.
El agua nos hace pensar en las crecidas que sufrimos en 2013 en las ciudades serranas del país, que con fuerza arrastraron todo, particularmente lo que no tenía consistencia y solidez… Son los infortunios de la vida, pero también significa renovación. El fuego nos hace imaginar el crisol o los altos hornos que queman y acrisolan todo lo que no es esencial. Son las conocidas crisis existenciales. Al hacer esta travesía por la “noche oscura y terrible”, como afirman los maestros espirituales, dejamos aflorar nuestro yo profundo sin las ilusiones del ego. Entonces maduramos para que surja lo auténticamente humano y verdadero que hay en nosotros… El que recibe el bautismo de fuego y de agua rejuvenece como el águila del mito antiguo.
Haciendo abstracción de las metáforas,   qué significa concretamente rejuvenecer como un águila? Es entregar a la muerte todo lo viejo que existe en nosotros para que lo nuevo pueda irrumpir y llenar el vacío. Lo viejo en nosotros son los hábitos y las actitudes que no nos engrandecen: querer tener siempre la razón y la ventaja en todo, el descuido con uno mismo, con la casa, el trabajo, con nuestro lenguaje, la falta de respeto con la naturaleza, así como la falta de solidaridad con los necesitados, próximos y distantes.
Rejuvenecer como águilas es desprenderse de lo que fue bueno y de ideas que en su día eran luminosas pero que lentamente, con el paso del tiempo, han sido superadas y son incapaces de inspirar un camino hacia el futuro.
La crisis actual perdura y se recrudece porque quienes controlan el poder tienen conceptos envejecidos, incapaces de dar respuestas nuevas.
Rejuvenecer como un águila es tener coraje para volver a empezar y estar siempre abierto a escuchar, a aprender y a revisar.   No es precisamente lo que nos proponemos cada vez que iniciamos el año?
Que este 2014 sea la oportunidad de preguntarnos cuánto de gallina que sólo quiere andar escarbando en el suelo existe en nosotros, y cuánto de águila hay todavía en nosotros, dispuesta a rejuvenecer al confrontarse valientemente con los tropiezos y las crisis de la vida.

Feliz Año Nuevo…
[david]

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