Página 34 - brujula-254

Versión de HTML Básico

Ale
uita
sueños
Ketter
Cancún…
El paraíso.
Alemania…
Es mi hogar. La extraño mucho. Me
siento más alemana que mexicana
porque llevo 30 años fuera de
México. Es una larga temporada, un
tiempo muy largo, y me siento muy
compenetrada con Alemania.
Puebla…
Puebla… Es parte de mi vida. Ahí
crecí, ahí me crié.
México…
Un aprendizaje. Aprendí a amar sus
costumbres, tradiciones y vivencias
cuando estuve fuera de él.
El golf…
Un reto que acabó por atraparme.
La industria inmobiliaria…
Un tema muy apasionante, muy nue-
vo para mí, pues tuve que aprender
desde cero. En resumidas cuentas,
significa en mi vida 24 horas cada
seis días. Porque eso sí, reservo el
miércoles para mi golf y mi póker.
El póker…
Es una salida, un escape. Es un mo-
mento para disfrutar a las amigas,
para hacer y decir locuras y sentirse
en confianza.
Tu apuesta…
Mi apuesta va a…quizá suene muy
trillado… A que quiero que México
sea, políticamente hablando, un
país mejor.
Tus hijos…
Mi vida.
Heinz…
Mi maestro.
Los ángeles…
Me han dado espiritualidad… Y
creo que el arcángel Miguel es mi
guardián; siempre se me ha presen-
tado en meditaciones o en particu-
lares momentos…En la inauguración
de la tienda Angelus, por ejemplo.
La sociedad…
¿Dijiste “Suciedad”? Me adapto.
Mujeres desesperadas…
Nunca… ni tampoco he visto el
programa. En todo caso, Sexo &
the City me encanta. Particularmente
Samantha, que es tan abierta, que
no tiene tapujos…
Tu más grande irreverencia…
Acercarme al Papa Juan Pablo II
y pedirle que me tocara, y lo hizo.
Ese día operaron a mi mamá, y
yo iba en la bicicleta de regreso
del hospital. Vi mucha gente, me
acerqué y lo vi, y dije: es el Papa.
No sabía que iba a estar en Pue-
bla… Como pude me acerqué a
él y le pedí que me tocara, y me
tocó la cabeza. Fue una reacción
de una niña de 14 años con un
gran temor por la salud de su ma-
dre. Y sí fue una gran irreverencia.
Dominio gastronómico…
Soy como un botecito de basura,
me como todo. Y como cocinera
El mejor consejo
que me han
dado es:
Haz el bien sin
mirar a quién,
y es de mi madre
32